16 años

Aquel domingo lo cambió todo.
Crecimos a la fuerza y de repente. Nuestro mundo se puso al revés.
Desde entonces han pasado muchas cosas, muchos acontecimientos felices que siempre estuvieron en cierta forma velados.
Éxitos profesionales, crecimiento personal. Algún disgusto. Madurez.
Te veo en las manos de mi hermano, en la despierta inteligencia de mi hijo mayor, y creo ver cualidades tuyas en la adulta en la que me he convertido.
Te recuerdo cada vez que piso tu despacho, en el que las cosas de mamá acompañan las tuyas, pero no las han desplazado. Les hablo a los niños de ti y se me empañan los ojos cuando lo hago. Ellos hablan de "tu papá que vive en las nubes".
Papá, aún hoy, 16 años después, te echo de menos.




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