Ciencia y Sociedad (II)

Artículo publicado en La Nueva España el 19 de febrero de 2017


Existe una creencia (errónea) que afirma que a la gente no le interesa la ciencia. Es evidente que no puedo más que estar en desacuerdo con esta afirmación, pero como científica no debo quedarme solo en mi percepción personal, una especie de “a mí me funciona” que tanto criticamos cuando se utiliza para justificar la presunta eficacia de alguna pseudociencia. Lo cierto es que los hechos me dan la razón. Hace poco más de un año que fundamos la Asociación de Divulgación Científica de Asturias (ADCA) y todas las iniciativas que hemos organizado o en las que hemos participado han sido muy bien acogidas, calurosamente acogidas por la sociedad asturiana. El último ejemplo de esto lo tenemos en el Club de la Ciencia del pasado día 10 de febrero.

Hace unos meses el Ayuntamiento de Oviedo, a través de su concejalía de Educación dirigida por Mercedes González, la Universidad de Oviedo a través de la Directora del área de Promoción y Difusión de la Investigación Isabel Ruiz de la Peña y nosotros como ADCA asumimos el reto de organizar un evento científico de características hasta ahora inéditas en Asturias. Un teatro, el teatro Filarmónica de Oviedo, 10 divulgadores de la Universidad de Oviedo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Hospital Universitario Central de Asturias y el Instituto Oceanográfico de Gijón asumían el papel de monologuistas y se lanzaban al reto de contar en 10 minutos una historia sobre ciencia. El hilo conductor de esta experiencia estaba en manos del periodista Pachi Poncela, aportando la parte de humor y ayudándonos a los inexpertos actores de esta obra a encontrarnos a gusto en el escenario y a transmitir al público nuestra emoción por la ciencia. Inexpertos actores, pero expertos divulgadores que cumplieron con creces el reto al que les habíamos comprometido con bastante poco margen de maniobra. Un reto al que se sumaron incondicionalmente desde el minuto cero de la propuesta.

Nosotras estábamos convencidas de que la actividad era atractiva y el programa contenía ingredientes que podían llamar la atención de público de características muy diversas. Pero faltaba la parte más importante, y esa parte eran ustedes. El apoyo de los medios de comunicación que tan eficaz resulta para que la sociedad sepa las actividades que se desarrollan en nuestras ciudades, la contribución del Ayuntamiento con la publicidad en el mobiliario urbano y el gran esfuerzo de difusión en redes sociales era un buen punto de partida. Y este esfuerzo se vio recompensado cuando media hora antes de que se abrieran las puertas del Filarmónica nuestros “informadores externos” comenzaron a mandarnos whatsapps diciendo que ¡había gente haciendo cola a la entrada del teatro! ¡Para un evento de ciencia! La tensión de la parte organizativa se relajó, la de la parte artística se mantenía en esos niveles de expectación que tan bien le vienen a uno cuando se enfrenta a una charla o una presentación. Cuando por fin se abrieron las puertas comenzó a llenarse el teatro y simplemente no nos podíamos creer que se llenase completamente. AFORO COMPLETO resonaba en nuestros oídos, están dejando a gente en la puerta porque no cabe más. El reto había cambiado, ahora había que conseguir que se quedasen hasta el final.

El espectáculo se desarrolló con normalidad, nos ajustamos al tiempo previsto y salimos a saludar al final, aún con el teatro lleno de gente que seguía aplaudiendo. Creo que ninguno de los investigadores que estábamos allí habíamos vivido una tarde semejante. Pero de nuevo lo más importante no es eso, sino percibir la sensación que había al salir a la calle. Las palabras de nuestros vecinos diciendo que se les había hecho corto, que había que hacer más espectáculos como este, que era una forma fantástica de conocer lo que se hace en nuestros centros de investigación y de descubrir historias de ciencia que merecen ser conocidas. Vecinos de Gijón y Avilés (al menos) que preguntan si se va a hacer un espectáculo semejante en su ciudad.

Llevo más de una semana dando las gracias en mi nombre y en el de la asociación. Gracias a Montejo, Sandra, Eva, Borja, Sergio, Marta, Juan Carlos, Cristobo y Luis por haber recogido el guante y crecerse en el escenario. A Pachi porque nos hizo estar cómodos allí arriba. A Itziar por coordinarlo todo tan fantásticamente bien, a pesar de los carteles amenazantes. A Isabel y Mercedes por la apuesta decidida por la ciencia y la divulgación. Y a ustedes por habernos acompañado. A los familiares y amigos que hicieron campaña entre sus redes personales, a los periodistas que contaron tan bien el concepto que los que nos conocieron por los medios de comunicación acudieron al teatro en masa. A los amantes de la ciencia que no se lo podían perder y a los que aún no sabían que eran amantes de la ciencia en potencia. GRACIAS por hacer que el esfuerzo merezca la pena y por demostrar que la ciencia interesa.

No todo iban a ser parabienes, desde hace unos días soy incapaz de sacarme de la cabeza una cantinela que dice “Andan diciendo los metales // que hay poco sitio y muy estrecho// que cuando se expande el litio // casi no le queda sitio // a los alcalinotérreos…” Quién sabe si de aquí saldrá el próximo número uno de los cuarenta.

Foto de Juan Carlos Campo, solo faltan Luis, Mercedes y Pachi


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