Análisis crítico del Sistema Español de Ciencia y Tecnología

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El sistema español de comunicación científica se sostiene a partir de la estructura básica que forma la Fundación Española de Ciencia y Tecnología que centraliza los fondos destinados a la comunicación de la ciencia en España y cuya financiación en 2019 ascendió a 24.5 millones de euros. Con una estructura de personal de alrededor de 100 personas y sus esfuerzos se dirigen principalmente hacia tres actuaciones diferentes: la encuesta de percepción social de la ciencia, de carácter bianual, la agencia de información científica SINC y las convocatorias de ayudas a actividades de divulgación. Adicionalmente participa en otras iniciativas, como Cienciamento, una iniciativa que nació de forma casi espontánea y que ha canalizado FECYT. La incorporación de FECYT como agente en Cienciamento ha sido al menos parcialmente oportunista y ha sido recibida por algunos sectores como ajena a las intenciones originales de la iniciativa al incorporar a instituciones gubernamentales.

Es innegable el importante papel que juega FECYT en la financiación de actividades de divulgación de la ciencia y actividades de difusión. Esta financiación se reparte de forma competitiva entre un importante número de entidades científicas y lógicamente las entidades más grandes y con planes de divulgación y comunicación mejor definidos son las grandes beneficiadas en el reparto de estos fondos. Desde FECYT se financian proyectos consolidados en el tiempo como las semanas de la ciencia que organizan las universidades y el CSIC y algunos proyectos específicos y más innovadores que estas organizaciones y muchas otras presentan con carácter anual. Uno de los grandes desafíos que FECYT tiene que resolver, y en el que se centran la mayor parte de las críticas a su forma de operar es la excesiva meticulosidad que exige para la justificación de los fondos concedidos. Evidentemente todo fondo de origen público debe ser justificado por las entidades que lo reciben pero en el caso de FECYT existe muy poca flexibilidad en la forma de justificación y en la acomodación de los fondos obtenidos a los proyectos que se llevan a cabo. Esto es más gravoso todavía si se tiene en cuenta que en muchas ocasiones la financiación obtenida en las convocatorias de FECYT se concede con posterioridad al desarrollo de la propia actividad. Las exigencias de FECYT de que todo el material elaborado en el proyecto cuente con su logotipo puede dar lugar a situaciones en que sea necesario renunciar a los fondos ante la incapacidad de cumplir los requisitos exigidos por FECYT para la justificación o que se incluya el logotipo de FECYT de forma preventiva para evitar estos problemas y que en cierto modo FECYT se lleve “la gloria” sin merecerlo.

De forma adicional, creo que el sistema necesita un buen modelo de evaluación de las actividades. Es difícil establecer indicadores que midan la eficacia real de las acciones de divulgación y comunicación en el momento en que se desarrolla la actividad, más allá de la satisfacción del público asistente, puesto que estas acciones de comunicación y difusión de la ciencia buscan además de dar a conocer el trabajo de las propias instituciones y el grado de reconocimiento que de ellas tienen los ciudadanos provocar cambios profundos en la sociedad, dirigidos a mejorar la formación global y el interés por la ciencia, que ni son directos ni fácilmente medibles en muchos casos. 
En los últimos años FECYT ha promovido una iniciativa denominada PRECIPITA que tiene como objetivo obtener microdonaciones para proyectos científicos. Con esta plataforma se han conseguido recaudar casi 1.2 millones de euros para cerca de 100 proyectos “precipitados” en 6 años. Entiendo el interés en conseguir que la ciudadanía se implique en la financiación de la ciencia pero este sistema tiene a mi juicio desventajas y riesgos muy importantes. Por un lado, prácticamente la totalidad de los proyectos financiados tienen carácter biosanitario, muchos de ellos relativos a investigación en enfermedades infantiles. La financiación obtenida por proyecto es bastante baja para las necesidades de los proyectos de investigación, solo uno de ellos supera los 50000€ y en muchos casos se buscan fondos para conseguir contratar a personal. Finalmente, al menos los proyectos que conozco un poco más de cerca han hecho un esfuerzo enorme de movilización para conseguir esos fondos, implicando a sus instituciones y realizando muchas actividades adicionales, con un esfuerzo personal de los grupos impulsores muy importante. No sé hasta qué punto esto merece la pena para conseguir las cantidades que se están consiguiendo, casi podríamos pensar que métodos clásicos de obtención de fondos, como vender lotería de Navidad con recargo, serían menos gravosos para conseguir los fondos. En definitiva, si bien entiendo que las donaciones privadas bien estructuradas (mecenazgos, testamentos solidarios, aportaciones empresariales) son buenas para el desarrollo de la ciencia me parece que este tipo de micromecenazgo tiene sentido más para actividades de divulgación que de financiación de la ciencia, no solo son poco eficientes, es que son bastante ineficaces.






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