Estos dos temas tratan aspectos que me resultan de gran
interés y que encajan perfectamente con algunas de mis preocupaciones.
En los últimos 20 años, que coinciden aproximadamente con el
desarrollo de mi carrera profesional la modalidad de acceso al conocimiento ha
cambiado por completo, tanto desde un punto de vista personal como profesional.
La popularización de internet, junto con el salto desde los ordenadores hasta
los dispositivos portátiles y la facilidad para convertirse en generador de
contenido sin necesidad de grandes habilidades informáticas ha permitido acceder
a la ciencia de forma más ágil y sencilla.
Aunque no es el objetivo de este tema quiero
destacar precisamente el cambio que ha supuesto la digitalización a las
posibilidades de acceso a la información, que ahora se produce de manera casi
inmediata, incluso a la información más antigua. Este cambio de modalidad de
acceso a la información mantiene sin embargo algunas reminiscencias del pasado
en cuanto al coste que supone para nuestras instituciones acceder a este
material, mientras que las editoriales mantienen un negocio jugoso. A este
negocio ha contribuido en cierto modo, la exigencia de la publicación en
abierto de los resultados científicos de proyectos financiados con fondos
públicos en la UE, que pretendía garantizar así el acceso universal al
conocimiento científico. Sin embargo, si tenemos en cuenta el lenguaje especializado
de los artículos científicos y que parten de un nivel de conocimiento previo
que puede ser elevado, no estamos en realidad facilitando un acceso universal
al conocimiento, puesto que no estamos proporcionando las herramientas
adecuadas para su comprensión, por ese motivo es tan importante el papel de las
UCC y de la divulgación de la ciencia, puesto que son capaces de explicar los
avances que se producen en el conocimiento de una forma comprensible para
personas sin conocimientos específicos en la materia.
El artículo de J. Lobera me ha parecido muy interesante y es de enorme actualidad, a la vez que atemporal. Por un lado, concuerdo completamente con él sobre la responsabilidad de los referentes en los que confiamos, de hecho, hace unos días publiqué un artículo de opinión en el que alertaba sobre cómo los científicos tenemos que ser responsables, humildes y prudentes a la hora de manifestarnos, y cómo tenemos que dejar muy claro cuando hablamos de aquello en lo que somos expertos y de aquello en que no. Me autocito
“Sin embargo, tenemos una cierta tendencia a creer a pies juntillas lo que nos dice un deportista al que admiramos o un científico solo por el hecho de serlo. Como ciudadanos informados debemos ir un poco más allá y plantearnos en cada caso el grado de credibilidad que merecen los distintos mensajes que cada uno puede emitir y asumir que no todo lo que dice un científico es ciencia.” Las cualidades del buen científicoEntiendo que es atemporal porque cuando se acabe esta pandemia nos enfrentaremos a otra teoría de la conspiración o a otra pseudociencia y las afirmaciones seguirán siendo válidas. Cuando como científicos apelamos a un argumento de autoridad, o ridiculizamos una posición de un ciudadano que nos pregunta al final de una charla es más fácil que este engreimiento perjudique nuestra imagen/credibilidad (y de nuevo la de la ciencia) en el resto de la audiencia. Tenemos que ser conscientes por otro lado que hay un cierto número de personas a las que no vamos a convencer, hablemos de vacunas, homeopatía, covid, acupuntura, reiki o lo que sea, pero que existe un gran número de personas en la zona gris, personas que en un momento determinado piensan “total, daño no me va a hacer, por probar que no quede” y a los que si les cuentas la teoría que hay detrás, en el caso de la homeopatía por ejemplo hablándole de las diluciones infinitas de muro de Berlín para quitar la ansiedad o fabricando una cerveza homeopática que debería dejarnos inconscientes por un coma etílico entenderán que es un negocio y no un medicamento.
Me ha parecido también muy interesante el punto
de vista que menciona Michele Catanzaro sobre los periodistas, y cómo quedan
huecos para seguir haciendo periodismo y no solo acudir a las grandes noticias
embargadas por las agencias o publicar notas de prensa de forma casi textual. Creo
además que en el tiempo que ha pasado desde la publicación de este artículo
afortunadamente esta apuesta por el periodismo científico de calidad se ve
reforzado por la consolidación de la agencia SINC y Materia así como algunos
otros medios, no puedo sino destacar algunos de los grandes reportajes que hace
Antonio M. Ron en Vozpópuli.
Y
finalmente me ha parecido muy interesante el análisis que hacen López-Pérez y
Olvera-Lobo acerca de la forma en que los proyectos ERC españoles implican a la
sociedad. En cierto modo me recuerda los apartados de transferencia de los
proyectos de investigación, en los que se describen los planes de difusión hacia
empresas y la sociedad de las propuestas de proyectos que buscan financiación.
Creo que aún muchos de los investigadores rellenan esos apartados con más
interés en la parte de empresas que sociedad, probablemente porque desde hace
años resulta cada vez más valorado en nuestras carreras profesionales la
consecución de fondos asociados con proyectos con empresas o la obtención (y
licitación) de patentes. Ahora mismo, en el caso de la transferencia a la
sociedad la valoración es mucho menor, y por tanto el esfuerzo que se realiza
es menor también, mejor dicho, solo se realiza cuando los investigadores están
convencidos por sí mismos de la necesidad de utilizar estas herramientas de
transferencia a la sociedad por un lado para cumplir el mandato de acceso
universal a la ciencia y por otro para conseguir una sociedad que tome mejores
decisiones (a pesar de lo que sugiere Innerarity en su artículo). En este
sentido la mayor parte de las intenciones declaradas en los proyectos se llevan
a cabo únicamente para cubrir el expediente, y por eso las acciones que estas
investigadoras observan son unidireccionales y no buscan en realidad ni
engagement ni interacción con la sociedad. Por eso también las acciones que
están consiguiendo esa implicación están organizadas a nivel global, por las
UCC y los centros de investigación en el marco de iniciativas más grandes, como
la Noche de los Investigadores, Pint of Science, la Semana de la Ciencia y la
Tecnología o planificando actividades de carácter anual acompañando iniciativas
tales como el Año Internacional de la luz, de la química o de la tabla
periódica. Por eso también es necesario que en la carrera investigadora se
valore de verdad la transferencia a la sociedad como un mérito complementario
(igual que se hace con la gestión, por ejemplo), y que en los proyectos se
planteen de verdad estrategias de comunicación y de divulgación que permitan
cumplir los objetivos de RRI.
Comentarios
Publicar un comentario