Esta es una transcripción de la Tribuna de opinión publicada en La Nueva España el 28/8/2022, disponible para suscriptor en: Las cuotas femeninas - La Nueva España (lne.es)
Creo que es algo que nos ha pasado a todas alguna vez,
cuando nos han invitado a participar en algún evento o actividad pública. ¿Me
estarán llamando por que les interesa mi discurso, mi experiencia, mi cualificación
o seré únicamente la cuota femenina de la actividad? Ese momento de inseguridad
es muy frecuente, y me gustaría saber si a nuestros colegas les pasa cuando les
invitan a participar en alguna actividad de carácter feminista o relacionada
con la situación de la mujer, que es la única ocasión en la que se vuelven las
tornas. Mi impresión, pero esto es meramente una opinión y carece de contraste
científico, es que ni siquiera se les pasa por la cabeza y aspiro sinceramente
a que algún día me ocurra lo mismo a mí. Eso sí, con el paso de los años he
desarrollado mis propias estrategias para combatir esta inseguridad y el
fenómeno denominado “síndrome del impostor”, por cierto, mucho más frecuente en
mujeres, y que, en definitiva, nos lleva a pensar que hemos ido adquiriendo
nuestras posiciones profesionales un poco por suerte, y que hay otras personas
que igual se lo hubiesen merecido más (spoiler, no, al menos no
significativamente) o voces más autorizadas que las nuestras cuando nos piden
opinión sobre algo o quien lo hubiera contado mejor. Hace unos años, en una
mesa redonda sobre ciencia y comunicación, el periodista Michele Catanzaro lo
dejaba claro, diciendo que cuando un periodista llama a un científico para
preguntarle sobre algo no mira su curriculum ni los proyectos que lidera, si no
que frecuentemente busca personas que tengan facilidades de comunicación y que
sean capaces de traducir los conceptos científicos más áridos a ideas más
fácilmente comprensibles por todos. Buscan inmediatez, claridad y concisión. Si
te llaman una vez puede que tu nombre haya surgido por intentar compensar un
panel con voces distintas, pero si te siguen llamando es porque tu aportación
ha sido valiosa, tu discurso claro e interesante y tu presencia enriquecedora. Así
que, si te invitan, vete.
El tema de las cuotas ha sido siempre controvertido, pero lo
que me parece más significativo es que cuando nos obligan (en mayor o menor
grado) a tener una composición equilibrada nos obligan a pensar dos veces en la
composición del panel que estamos configurando. Pensar dos veces algo es
siempre mejor que quedarnos con la primera opción que se nos ocurre, incluso
aunque nos quedemos con la primera opción, y conseguir una mayor
representatividad de voces es siempre enriquecedor. Diversos estudios
científicos han demostrado que la existencia de cuotas no penaliza a los
hombres brillantes, penaliza a los del montón, porque pasan por delante mujeres
brillantes, no mujeres del montón. Así se ha demostrado que en realidad la
existencia de cuotas no es un atentado contra la meritocracia, sino que ayuda a
realzar (o ponerlos en valor si hablamos con términos modernos) los méritos de
las mujeres. Sé que no voy a convencer a todo el mundo, pero los estudios
hablan por sí mismos. De todas formas, en esto de la meritocracia y la ciencia
me gusta hacer siempre la siguiente reflexión. Los científicos nos tenemos por
personas objetivas y tenemos tendencia a minusvalorar nuestros propios sesgos y
a veces no nos damos cuenta de que méritos cuantificables y presuntamente
objetivos se obtienen en realidad después de una decisión subjetiva, como
ocurre, por ejemplo, con las conferencias plenarias o invitadas. Estas conferencias
son por invitación, y al contrario de las conferencias normales en los congresos,
no pasan ningún proceso de evaluación previa del trabajo a presentar y por
supuesto no hay ningún sitio para solicitar ser uno de los ponentes invitados.
Pero, además, en el curriculum su peso es mayor, tienen mayor
reconocimiento. Sin embargo, casi nadie sabe cómo se tomó la decisión de
invitar a una persona en concreto en detrimento de otras muchas, y a pesar del
papel que han ido ganando las mujeres en ciencia, del enorme número de
proyectos que lideran y de la alta participación femenina en los congresos
científicos, esta presencia aún no se ve reflejada del todo en las actividades
de mayor categoría, como las conferencias plenarias. Evidentemente las cosas
van cambiando y en muchos casos se ve nítidamente que hay un esfuerzo detrás
para buscar una composición compensada (en temas, en instituciones, en género,
en experiencia) y pluralidad de voces, un ejemplo de esto es el maravilloso
ciclo de ciencia que acoge este periódico y que coordina Amador Menéndez, en
otras ocasiones sin embargo nos encontramos con paneles monocromo, compuestos
exclusivamente por hombres de cierta edad y cierta clase social.
Decía Margarita Salas, una enconada opositora de las cuotas
que entendía opuestas a la meritocracia (me duele tener que llevarle la contraria,
con la ciencia en la mano, a un referente tan importante para los -y las-
científicos y especialmente a los asturianos), que primero la habían
discriminado por mujer y luego por vieja. Estoy ya en ese punto en que he
dejado de ser una joven científica pero nunca me he preguntado si formaba parte
de la cuota joven cuando me invitaban a algo. De lo de preguntarme si formo
parte de la cuota femenina, me estoy quitando.
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